Los celos son sentimientos que, en mayor o menor medida, toda persona experimenta a lo largo de su vida. Pueden aparecer como una respuesta a una situación real o imaginada. Dentro de una pareja, la presencia de un episodio esporádico se lo puede considerar como un indicador de compromiso o de interés por la otra persona.
Las raíces de los celos se encuentran en los primeros vínculos, donde comienzan a aparecer sentimientos de celos en el pequeño; estimulados muchas veces por padres que efectivamente “prefieren” a otro hijo, otras por no aceptar que no se puede ser “el único” por siempre, o que la mamá no puede darle su amor exclusivamente.
La situación de quedar excluido es estructuran te para el psiquismo del ser humano; pretender ser “todo para el otro” denota una falla en la constitución.
En las parejas cuando se pretende “ser todo para el otro” es precisamente cuando aparecen los celos patológicos. Claramente, esto se debe a que es imposible colocar al otro en ese lugar, ya que implica desconocerlo como persona y tomarlo como un “objeto de su posesión”. En el afán de lograrlo, es que comienzan los controles obsesivos, los acosos y la violencia. Los celos patológicos siempre conllevan violencia, aunque no sea física y aún cuando el celoso se encuentre inseguro, dependiente o deprimido, dado que coartar a la pareja con cualquiera de dichas actitudes es “ejercer violencia”.
El extremo se da en los casos en que se instala un cuadro se celotipia que puede llegar a culminar en el crimen de la pareja, en el paroxismo de la posesividad, destruyendo al “objeto amado”. En algunas ocasiones la consulta la solicita el celado, en otras el celoso. Los abordajes para el tratamiento son diversos; según el caso, el terapeuta indicará lo más adecuado, tratamiento individual, de pareja, grupal, consulta psiquiátrica o diferentes combinaciones entre los mismos.
La vivencia de malestar instalada en la relación y el deterioro de la calidad de vida, debe ser el indicador para solicitar ayuda profesional.
Las raíces de los celos se encuentran en los primeros vínculos, donde comienzan a aparecer sentimientos de celos en el pequeño; estimulados muchas veces por padres que efectivamente “prefieren” a otro hijo, otras por no aceptar que no se puede ser “el único” por siempre, o que la mamá no puede darle su amor exclusivamente.
La situación de quedar excluido es estructuran te para el psiquismo del ser humano; pretender ser “todo para el otro” denota una falla en la constitución.
En las parejas cuando se pretende “ser todo para el otro” es precisamente cuando aparecen los celos patológicos. Claramente, esto se debe a que es imposible colocar al otro en ese lugar, ya que implica desconocerlo como persona y tomarlo como un “objeto de su posesión”. En el afán de lograrlo, es que comienzan los controles obsesivos, los acosos y la violencia. Los celos patológicos siempre conllevan violencia, aunque no sea física y aún cuando el celoso se encuentre inseguro, dependiente o deprimido, dado que coartar a la pareja con cualquiera de dichas actitudes es “ejercer violencia”.
El extremo se da en los casos en que se instala un cuadro se celotipia que puede llegar a culminar en el crimen de la pareja, en el paroxismo de la posesividad, destruyendo al “objeto amado”. En algunas ocasiones la consulta la solicita el celado, en otras el celoso. Los abordajes para el tratamiento son diversos; según el caso, el terapeuta indicará lo más adecuado, tratamiento individual, de pareja, grupal, consulta psiquiátrica o diferentes combinaciones entre los mismos.
La vivencia de malestar instalada en la relación y el deterioro de la calidad de vida, debe ser el indicador para solicitar ayuda profesional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario